miércoles, 1 de diciembre de 2010

EMILIANO GALENDE








-Entrevista al Dr.Emiliano Galende, Coordinador del Doctorado Internacional en Salud Mental del Departamento de Salud Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús






“La internación psiquiátrica crónica es una forma más de exclusión social y de amputación de los derechos del ciudadano”






Son pocas las ocasiones en las que se puede conocer a una persona que realmente sabe de lo que habla y que además, en sus expresiones no persigue ningún tipo de interés o provecho personal, sólo el de aportar su conocimiento para mejorar una situación. El Dr. Emiliano Galende es Médico Cirujano y especialista en Psiquiatría, autor de numerosos libros relacionados con la salud mental y miembro de la Comisión de Expertos de la Oficina Panamericana de la Salud para el Programa de Atención Comunitaria del Paciente Psicótico.





A continuación, el Dr. Galende explica, entro otros temas, por qué se ha incrementado la demanda de atención en los servicios de salud mental, cuáles son las nuevas patologías, el peligro por el mal uso de los psicofármacos y por qué se desvirtúa la aplicación de la ley 448.





Usted es Coordinador del Doctorado Internacional en Salud Mental del Departamento de Salud Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús. ¿Podría explicar en que consiste exactamente esta actividad?





Es un postgrado en el mayor nivel académico (otorga el Titulo de Doctor en Salud Mental Comunitaria), que se dicta bajo un convenio entre ocho universidades (Universidad de Londres, Inglaterra; de Granada, España, de Sevilla, España; Nova de Lisboa, Portugal; Mayor de San Simón, Bolivia; Federal de Porto Alegre, Brasil, Nacional de Concepción, Chile y Nacional de Lanús, Argentina). Estas universidades forman una Red de Investigación en Salud Mental, y los docentes del Doctorado son de esas universidades. Se dicta alternadamente en la Universidad de Granada y en la de Lanús.







¿Con la actual crisis se ha incrementado la demanda en los servicios de salud mental? ¿Cuáles son las principales problemáticas que se consultan?





Efectivamente, la demanda de atención ha crecido en los servicios, en parte se debe a las crisis en la sociedad, la salud mental de las personas es una caja de resonancia de las condiciones sociales de existencia, pero han cambiado mucho las patologías y las ha diversificado. El alcoholismo y el consumo de drogas, junto a las depresiones, constituyen el mayor problema de atención. A ellas hay que sumarles los trastornos de personalidad, caracteropatias muy vinculadas a valores culturales de esta época y últimamente violencia en las familias, es decir, sobre las mujeres y los niños. El trastorno mental y la situación social de estas personas son fenómenos indisociables.









En un reportaje que le realizaron, Ud. sostuvo que se está sobre indicando medicación. ¿Qué peligro conlleva para los pacientes esta situación?







Los peligros son varios. Los psicofármacos actuales logran calmar ciertos síntomas del sufrimiento mental, pero por cierto que curar no es calmar.
Las personas fácilmente tratan de disminuir sus malestares, más allá de comprender sus causas y de pensar en actuar sobre aquello que los provoca.
Como calmar no es curar, el consumo de fármacos se hace crónico y nos encontramos con un número creciente de personas dependientes de estos.
El consumo de medicamentos, no sólo de psicofármacos, ha entrado en la cultura favorecido, en parte creado, por la poderosa industria farmacéutica, que en sus políticas de crear mercado para sus productos provoca sujetos dependientes de este consumo.
Vivimos bajo esta cultura, entre las cuales están las drogas, legales o no. Los profesionales somos convocados a controlar a estos sujetos consumidores, pero no se visualiza esta producción de sujetos dependientes.





La primera semana de junio se llevó a cabo una “jornada sobre desmanicomialización” en la Legislatura porteña, organizada por la Diputada Alicia Bello, de la que Ud. participó ¿Qué conclusiones sacó sobre la misma?







Efectivamente participé de esa reunión. La sorprendente cantidad de profesionales que llenaron el salón, creo que más de 300, hace visible que somos muchos los que estamos atentos y preocupados por la situación de la atención en salud mental en la Ciudad.


Creo que la reunión ayudó no solo al intercambio de interpretaciones e ideas, sino también a aclarar muchas de las razones por las que aun se desvirtúa la aplicación de la Ley 448 de Salud Mental de la Ciudad.









¿La desmanicomialización es un modelo apto para todos los enfermos mentales?





Desmanicomializar consiste en deshacer la relación de poder que los manicomios crearon entre psiquiatras y pacientes. El poder del psiquiatra no se expresa sólo dentro del manicomio, es un modo de relación que otorga autoridad al médico y pasividad, o sometimiento, al paciente. Si usted revisa toda la nueva legislación en salud mental, desde los Principios de Naciones Unidas de 1992, las Resoluciones de la Comisión Interamericana de DDHH, hasta las leyes de Salud Mental en el país, incluida la 448, todas están dirigidas a controlar este poder de autoridad del médico psiquiatra. Esto vale para todos los pacientes, no solo para los internados en los Hospitales Psiquiátricos. El consentimiento informado para los tratamientos, el resguardo judicial para la internación, tienen justamente este sentido.









¿Por qué el gobierno no se decide a construir las salas de internación para pacientes psiquiátricos en los hospitales generales?





No se trata de construir, es solamente incluir a los pacientes con sufrimiento mental en la atención general de la salud. En muchos países las camas destinadas a pacientes con sufrimiento mental están dentro de las salas de clínica general, en otros son salas adjuntas. Tenemos 30 años de experiencia con esta modalidad de internación y esta probado que es de fácil manejo y alta efectividad. No encuentro explicación racional, ni sanitaria, para no haber implementado esta atención en la Ciudad.









¿Se debería capacitar a los médicos de familia o generalistas para que puedan atender a pacientes con problemas psíquicos que no sean de gravedad?





Bueno, esa es una estrategia de atención en muchos países. En Inglaterra el 90 % de la atención de trastornos psíquicos es atendido por el médico de familia. Los médicos de atención primaria suelen atender a una parte importante de pacientes cuyos síntomas corporales están ligados a trastornos psíquicos. Pensemos en los pediatras, históricamente se han ocupado de la vida mental de sus pacientes. En Argentina se ha planteado poco esta estrategia de atención por la existencia de un recurso especializado muy abundante. Todavía nos falta conquistar que el cuidado de la salud mental no este disociado de los cuidados generales de la salud.









¿Qué grado de responsabilidad le cabe al ciudadano con respecto a las personas con problemas neuropsiquiátricos?





Los ciudadanos han sido convencidos durante 200 años (son los años de existencia de la psiquiatría) de dos cosas: el enfermo mental es peligroso y el encierro, como medida de seguridad y tratamiento, es la forma de atenderlo. No se trata de un pensamiento natural y reflexivo de los ciudadanos, es el estigma que la misma psiquiatría creo sobre estas personas enfermas. La responsabilidad actual es deshacer esos prejuicios, recuperar para estas personas con sufrimiento mental sus derechos de ciudadanía y considerarlos como nuestros semejantes, es decir, preservar su dignidad. Esto es una responsabilidad de todos, la internación psiquiátrica crónica es una forma más de exclusión de la sociedad y de amputación de los derechos como ciudadano.









¿Está conforme con la asistencia que se brinda en los servicios públicos de salud mental en la Ciudad de buenos Aires?





Bueno, conforme no. Una cantidad de colegas, médicos, psicólogos, psicoanalistas, terapistas ocupacionales, etc., dedican su esfuerzo inteligente a atender en los servicios, pero actúan dentro de un sistema de atención muy disperso, heterogéneo y, especialmente, con un déficit de recursos para la atención que hace meritorio su esfuerzo, pero a la vez los sobrecarga emocional e intelectualmente. Es difícil hacerse cargo del sufrimiento del paciente sin los recursos necesarios para atenderlo y aliviarlo.











¿Qué necesitan los profesionales en salud mental para trabajar en condiciones óptimas dentro del Sistema de Salud Público de la Ciudad?





Digamos ya no óptimas, al menos adecuadas. La mayor parte de los problemas de sufrimiento mental severo, no sólo en las psicosis, están articulados a situaciones sociales de desamparo, desempleo, marginalidad. Estas condiciones forman parte de su sufrimiento y plantean una complejidad: además de aliviar los síntomas, hay que ayudar con su vivienda, su posibilidad de empleo, recuperar vínculos familiares, lograr una rehabilitación social, reintegrarlos socialmente a través de programas específicos. Todo esto forma parte de la enfermedad. La evolución y la posibilidad de recaídas, depende de que estas personas logren tener empleo, vivienda e integración en la sociedad. Calmar solamente los síntomas expone sin duda a la recaída, y en definitiva, transforma en crónico muchos trastornos por déficit de la atención. Todos estos recursos están previstos en la Ley 448, pero no existen en los servicios, o en algunos son parciales y sin duda insuficientes.








¿Es buena la capacitación que reciben los estudiantes de la carrera de Psicología o en la especialidad de Psiquiatría en nuestras universidades?



El tema no es si es buena, creo que sin duda lo es si pensamos en la calidad académica de los planes de estudio y los docentes. El problema es si es la adecuada. Salud Mental hoy requiere de especialistas integrados en equipos interdisciplinarios, formando criterios de atención y a la vez ampliando los recursos de intervención. Esto requiere que los psicólogos, los médicos, los trabajadores sociales, los enfermeros, tengan una formación que les permita actuar con los recursos de atención de las familias, la comunidad y así potenciar los recursos sociales de los mismos servicios. No olvidemos que finalmente actuamos como comprendemos el problema, si creemos que “la enfermedad” son solo los síntomas, si esa es la comprensión del sufrimiento mental, seguramente nos conformaremos con calmar o eliminar esos síntomas. Para actuar en las determinaciones complejas de un sufrimiento mental hay que tener una comprensión también compleja del trastorno. Eso aun falta en los planes de estudio.




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