sábado, 26 de marzo de 2011

JAPÓN, METÁFORA DEL FUTURO HUMANO




Los recientes desastres naturales han dejado desamparada a la tercera potencia mundial: Japón ha quedado como los pueblos primitivos, a merced de la naturaleza, deseando que soplen ,literalmente, vientos favorables.



A mi entender, semejante tragedia es una metáfora que nos ilustra sobre los límites y peligros del quehacer humano; si bien el hombre, en cuanto a su responsabilidad causal sobre la naturaleza, es inocente en este caso, hasta ahora no está demostrado que los terremotos estén vinculados a la actividad humana.



De todos modos, si somos perceptivos, podemos vislumbrar en esos destructivos fenómenos geológicos un poderosísimo e implacable contrapoder simbólico, pero tremendamente efectivo, con el que la naturaleza, al procurar reequilibrar la situación, frena el afán depredador humano.



El ecosistema nos estaría interpelando de modo cruento acerca de nuestro estilo de vida consumista, desenfrenado y adictivo, que se torna progresivamente insostenible, pero que a pesar de todo resulta casi incuestionado por nosotros; de modo análogo, los hombres antiguos tampoco podían cuestionar a sus dioses sin pecar de herejía.



Si en ese país la catástrofe nuclear se agravase mucho más, llegado el caso, sus habitantes tendrían la opción de emigrar del archipiélago, pero la humanidad no tiene otra opción más que continuar en la Tierra.



No podremos marcharnos a otro planeta si los descalabros en el medio ambiente, productos de la acción humana, se tornasen ingobernables y mortales.



Por lo tanto, aunque no tengamos la certeza de que le estamos ocasionando un irreparable daño a nuestro hábitat, lo mismo tenemos que actuar preventivamente, evitando que nos sorprenda la tragedia.



Jorge Ballario DNI: 10.858.926


domingo, 13 de marzo de 2011

EL PLAN CANJE EN LAS AULAS



Como antiguo docente de la provincia de Santa Fe me atrevo a proponer un plan canje que aplaudirían mis pobres alumnos:
permutamos netbooks por split o aire acondicionados, o insecticidas o un aula digna, o cargos para desdoblar cursos de más de 50 alumnos.
En estos días de verano los mosquitos nos llevan en andas desde el patio hasta el interior de nuestras minúsculas aulas (de tres por seis metros) con techo de chapa radiante a sólo un metro por encima de nuestras cabezas, y sin ventilación alguna.
Pero si abrimos y cerramos las netbooks a buena velocidad matamos algunos insectos y generamos una corriente de aire viciado que nos alivia un poco el tormento.
Cuando quieran constatarlo sólo bastaría una encuesta de alumnos al azar en cualquier población del cordón industrial que se extiende más allá de Rosario.

Mario Barces
DNI: 17.890.677