"Tengo un gran aprecio por todos los docentes, pero creo que han quedado atrapados por la lógica de otro país", deploró la presidenta.
Y sí, efectivamente, vivimos en otro país.
En el país de la presidenta los docentes no tenemos que comprarnos nuestro propio material.
En el nuestro, a los libros que usamos o los compramos o nos lo regalan las editoriales, nunca el Estado.
En el país de la presidenta los docentes tenemos tres meses de vacaciones.
En el nuestro, los 40 días que determina el Estatuto del Docente.
En el país de la presidenta los docentes somos respetados y hemos logrado una mayor jerarquización.
En el nuestro, a los docentes se los insulta, se los degrada y hasta se los amenaza y se los golpea, y no hay protección para ellos.
En el país de la presidenta a la inflación la determina Moreno.
En el nuestro, la determinan los aumentos que vemos todos los días en el supermercado.
En el país de la presidenta se ha invertido mucho en ferrocarriles.
En el nuestro, viajar en tren es una odisea que, por desidia o por inoperancia, ha costado muchas más vidas que las 51 de hace unas pocas semanas.
En el país de la presidenta hay más seguridad social.
En el nuestro, se cometen robos y se mata a gente por un celular o un par de zapatillas.
En el país de la presidenta hay un sostenido crecimiento económico.
En el nuestro, hay comercios que cierran sus puertas y la plata rinde cada vez menos.
En el país de la presidenta la recaudación ha sido un récord.
En el nuestro, puteamos todos los meses por lo que nos descuenta la Afip, porque nos cobran un impuesto al trabajo por tener la desvergüenza de estar horas y horas en las escuelas para ganar un mango más y vivir dignamente, sin subsidios y sin ayuda de nadie.
Es verdad, señora de Kirchner, vivimos en otro país.
Tal vez, si en vez de informarse de lo que pasa en la realidad a través de los obsecuentes y fanáticos que nos intentan vender una verdad fraguada, lo hiciera a través de los que todos los días salimos a la calle y nos rompemos el lomo para vivir con dignidad, entendería lo que le sucede verdaderamente a la gente.
Josefina Casas de Herrera